LAS VOTACIONES EN EL FREESTYLE: EL DEBATE SOBRE LOS FORMATOS
A lo largo de los últimos años se ha puesto en debate la concepción del freestyle como disciplina. En este sentido, se contrapone la idea del rap como arte y de las batallas como deporte. ¿Cómo afecta esto al rol del jurado?
Por: Gabriel Baggio (@ShadeOfWhy)
Una de las principales cuestiones que entran en debate cuando se habla de las batallas de freestyle es el rol de los jueces y la forma de valorar la improvisación competitiva. Con el rápido crecimiento que está viviendo la escena del battle rap hispanohablante a lo largo del último lustro, este rol es puesto bajo la lupa cada vez más seguido. En este sentido, han aparecido diferentes formatos de votación, cada uno con opiniones a favor y en contra. En la mayoría de los casos, la pregunta que suele aparecer es la misma: ¿Qué pasa con las votaciones numéricas? Esta pregunta esconde un debate de fondo mucho más profundo, y la pregunta puede formularse de la siguiente forma: ¿Es posible cuantificar una disciplina artística?
El fenómeno de la profesionalización de las batallas y la aparición de la concepción “deportiva” de las mismas tuvo un papel significativo en este debate sobre los conceptos a la hora de juzgar el freestyle. La tabla de puntuación que se utiliza en Freestyle Master Series es un ejemplo de esto, ya que ha generado opiniones encontradas en más de una ocasión. Por un lado, la idea de puntuar numéricamente los patrones soltados por los gallos da la sensación de objetivizar el criterio del jurado pero, por otro, se la ha acusado en varios momentos de atentar contra la naturalidad de la disciplina. La tabla de votación utilizada por Lobo Estepario en Batalla de los Gallos tuvo una esencia similar a la de FMS, pero prestando atención a otros detalles. Esta diferencia da la pauta de que, incluso llevando las votaciones a una cuestión numérica, cada juez tiene la posibilidad de reinterpretar esa herramienta.
Ahora bien, ¿qué observa una persona a la hora de sentarse en una silla de jurado? La respuesta parece obvia: freestylers midiendo sus habilidades en batalla. Sin embargo, cada persona dentro de ese rol tiene un criterio personal, y es desde esa base que se debe partir a la hora de pensar esta problemática. Aún buscando unificar criterios, la experiencia del oyente es subjetiva en todo momento, y las sensaciones que le genera un minuto en particular o un 4×4 son vivencias personales. Esto quiere decir que, dentro de un formato cuantificado, una rima que para alguien sea un 4 (la calificación más alta), para un colega puede ser un 2 (una calificación promedio). Además, como en cualquier arte, la propia experiencia previa tanto de un ex competidor como de un analista moldea su entendimiento de la batalla.
Como contrapartida, la concepción clásica del freestyle y el rap como arte (incluso en su versión competitiva) suele buscar una comprensión integral de lo que se observa. El ejemplo más claro es el minuto libre: actuaciones de freestylers como Bnet, Khan o incluso el primer minuto de RC ante Yoiker por Batalla de los Gallos funcionan como un todo. Cada patrón está compuesto de cuatro barras, pero éstas no funcionan en forma aislada, sino que se relacionan entre sí y conforman el minuto en su totalidad: que la cuarta barra de un patrón no sea un punchline clavado no implica falta de calidad, sino que puede hacerse adrede en busca de construir una narrativa. Aquí es donde se suele señalar una limitación de las votaciones cuantitativas: es muy difícil votar un patrón construido en relación a un todo de forma aislada.
En suma, los diferentes sistemas de votación hablan de diferentes concepciones del freestyle y el battle rap en sí. El debate de trasfondo tiene matices tanto culturales como ontológicos y la postura de cada juez, participante o incluso miembro del público varía de acuerdo a muchas variables. No tendrá la misma concepción una persona que consume principalmente competencias que buscan un carácter “deportivo” que otra cuya preferencia tenga que ver con el underground. El movimiento está creciendo a un ritmo vertiginoso, y la variedad de criterios con él. Lo cierto es que este debate no está cerca de terminar aún pero, de cualquier manera, es importante que se cuide la esencia y la espontaneidad de este arte.
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