YO DIGO: SEVILLA TRAS LOS FOCOS

Fue duro. He de reconocer que uno de los entresijos de esta profesión que más me cuesta encarar es, a su vez, el que más orgulloso y realizado me hace sentir. El cerrar la tapa del portátil, salir ahí, colarse entre los pasillos de un backstage, el hablar, conocer gente, estar atento a instrucciones, afrontar el periodismo en su versión más cruda… No estaba hecho para eso, y creo, con total sinceridad, que nunca lo estaré; pero después de haber completado mi tercera cobertura el pasado fin de semana en Sevilla bajo el titánico escenario, los focos y las pantallas de Red Bull, estoy seguro de que no quiero que el tren pare jamás. 

Por: @PabloCalMuriana

Me pregunté una vez tras otra qué hacía yo allí: un chico más o menos torpe, aún aprendiendo, manejando un descaro que no poseía para conducir un coche hasta Sevilla sin compañía alguna. Todo para cubrir un evento, pero no uno cualquiera. Ya había estado en otros backstages, pero esto no era lo mismo. A este chico, esta competición le ha llevado no solo a entrar en el medio que representa, si no a lanzarse, como los gallos sobre los que escribe, a improvisar e incluso a crear contenido musical; como, estoy seguro, a más de un lector le habrá ocurrido. Si me hubieran preguntado hace un par de meses, nunca habría imaginado estar detrás de las bambalinas de una Red Bull Batalla de los Gallos. 

Me venía demasiado grande. Quizá lo inesperado de la noticia logró dejar esa pregunta enterrada durante todo el trayecto de ida, que pasé muy tranquilo y sosegado, al menos hasta que llegué al punto de acreditación, donde me comentaban que El Estilo Libre no aparecía por ningún lado. Las palabras de la encargada de prensa cayeron como una losa, y me dio la sensación de escuchar cada vocablo con un cierto énfasis de sentencia. Ahí volvieron las dudas, y en esa inmensa cola, me sentí mucho más pequeño de lo que nunca me he visto en el tiempo que llevo dando la cara por el periódico. 

“Ha sido una confusión, perdóname” me decía la simpática chica encargada de las acreditaciones mientras me sonreía, tendiéndome aquel colgante turquesa. Aún con el susto en el cuerpo y los pasos entrecortados, di la vuelta y entré en el backstage como si perteneciera a aquel secreto lugar que tan pocos han sido capaces de ver. Allí estaban todos, sin muchos nervios visibles (aún eran las 17.00). Un par de saludos, un vistazo al catering y un asiento. Tras eso, desapareció todo. Inexplicablemente, conociendo tan solo a unos pocos allí y con todo mi trabajo por realizar aún, todas mis inseguridades parecieron esfumarse una vez estuve dentro. 

Supongo que, como pude comprobar una vez más, que los gallos mantuvieran ese aura de cercanía y agradecimiento con el que se dirigen a todo interesado en ellos, ayudó bastante. Ya me di cuenta en los anteriores eventos a los que ya había ido, pero volvieron a confirmarme que allí dentro, a puerta cerrada, ninguno era ni parecía sentirse más que nadie.  

Todos accedieron encantados a realizar sus entrevistas, a responder a todas las preguntas y a presentarse como es debido. Ni siquiera Arkano, que se supone que debería ser tratado como una estrella en acontecimientos de tal magnitud, donde él es el indiscutible rey, me negó una muy agradable conversación. He visto escenas realmente oscuras y tóxicas dentro de este mundo, pero hoy por hoy, puedo decir que ninguna de ellas han ocurrido detrás de un gran escenario: allí los gallos son rivales y, a pesar de que los nervios los aíslan y condicionan su actitud, todos ríen, comparten bromas y se apoyan antes de salir a escena. 

Aparte de mi trabajo de campo, grabadora en mano, mi presencia allí también respondía al papel de comentarista. Tenía cierto miedo, eso sí, de que cualquier técnico u organizador me pudiera echar o limitar mis actos, pero los de Red Bull me permitieron una total libertad de movimiento y acceso. Podría decir que se me permitieron  los mismos privilegios que les otorga a los gallos en todo momento, lo que era de agradecer tras más de tres horas de esfuerzos.  

Remontándonos en mi segunda tarea, me acomodé justo detrás del escenario, con visibilidad suficiente del mismo y un buen sonido. Desde allí, aunque el ángulo de visión no fuera el habitual, pude disfrutar de la experiencia como un espectador más. Ahí también comprendí lo privilegiado de mi situación, pues aunque llevo siguiendo las batallas desde las regionales de 2008, no había conseguido ver al imponente toro rojo en vivo y en directo en ningún momento pasados estos 10 años. La experiencia, como toda batalla en directo, es infinitamente mayor: cualquier rima es una fiesta, la habilidad de Verse a los platos se vive de cabeza a pies con esa calidad de sonido, Mbaka y Queen Mary consiguen acaparar tu atención durante todo el evento… Quizá, que mi labor profesional requiriese mi total atención condicionó un poco que no pudiera apreciar aún más estos momentos tan especiales, aunque sí que me permitió vivirlos con la misma intensidad que podría esperar de crío. Además, he de decir que fue gracioso ver como los MCs tenían que visitar el baño cada veinte minutos por los mismos nervios. 

Pude ser testigo de la decepción de Santi, Mnak o Efe-R al no poder cumplir con las esperanzas que la gente había depositado en ellos, y de como los mismos gallos se volcaron con sus abrazos dándoles palabras de respeto y ánimo. Pude abrazar a un Puto Alex emocionado por verse a las puertas de la nacional tras su largo viaje desde Granada. Pude ver los nervios de SweetPain y Robledo al intercambiar unas últimas palabras antes de disputarse el título de la tarde. Pude sentir la experiencia Red Bull al completo en mis carnes, como si un participante más fuera: me encontraba absolutamente satisfecho tanto profesionalmente como desde mi faceta de aficionado. 

Al final del día, cuando ya todos recogían sus cosas y se aprovechaban de las últimas latas de Red Bull, me di cuenta de que todos esos miedos a no pertenecer, a sentirme extraño entre tanto talento y persona a la que admiro, eran totalmente infundados. Y es que, como decía antes, he vivido de las peores experiencias que como freestyler te pueden ocurrir, llegando a perder la esperanza sobre el mundillo en algunos momentos; pero ver como la unión prevalece en las más altas esferas, como la buena actitud y el respeto que tanto nos define siguen intactas, me hizo darme cuenta de que, cuando aún era un niño y me decidí a clickar en un enlace que rezaba “Invert VS Brock”, estaba tomando por azar, para bien sin duda, una de las decisiones más importantes y que más han influido en mi vida hasta hoy mismo.

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