BATALLAS ONLINE: ¿UNA NUEVA RAMA PARA EL FREESTYLE?

Las plazas vacías, los grandes eventos pausados, el público ansioso y un modelo comercial que necesita ponerse en marcha para no perder su visibilidad al parecer, han encontrado rumbo a través de las batallas online, pero, ¿realmente esta mecánica podrá mantenerse a largo plazo?

Por: Tobías Magdalena (@tobias_magdalena)

Desde el análisis más primitivo, llano y crudo, se entiende totalmente que la industria de las competencias de freestyle no podía detenerse por tres razones: en primer lugar por la deportividad que los competidores necesitan mantener; en segundo lugar porque detrás hay una masividad constante de espectadores que necesitan consumir batallas; en tercer lugar porque al fin y al cabo –sin caer en burdas y repetitivas críticas, sólo caracterizándolo– esto hoy por hoy es un negocio enorme y muy particular en el cual necesariamente hay que mantener un ritmo para que, ni los fans ni los freestylers pierdan el interés y así poder mantener la industria en pie.

Pero, ¿qué es lo que se está haciendo bien y qué es lo que se está haciendo mal? ¿qué se puede mejorar? ¿es sólo una solución temporal, o una vez que el mundo vuelva a la rutina, esto quedará en el olvido? ¿qué se pierde y que se gana en relación al modelo tradicional de las competencias?

En principio las ventajas que nos permite esta nueva modalidad de batallas online significa la proximidad entre, MC’s y públicos de diferentes partes del mundo, lo económico que es para la infraestructura que quienes organizan y patrocinan estos eventos mainstream significa: ahorro en el costo del alquiler del lugar del evento, en los equipos electrónicos, en personal de seguridad, en el cáterin, en los pasajes y en estadías para los competidores. Y para el público, resulta muy interesante la comodidad de poder escuchar batallas desde por ejemplo Instagram o Discord e interactuar directamente con los protagonistas –cosa que desde Youtube, la plataforma por excelencia del consumo de batallas resulta imposible–.  

Desde lo negativo, es muy difícil asegurarse de que todos los participantes tengan buena conexión, de que puedan ofrecer una buena calidad de video, de que estén en diferentes horarios y de que tengan más o menos ganas de rapear como consecuencia o de que se sientan cómodos siendo que hay tanta gente mirando y oyéndolos pero que físicamente estén solos.

Aunque sólo son detalles ya que lo que realmente se perdería si este modelo perdurase es lo que al fin y al cabo vuelve a todo este sistema tan único e interesante: la adrenalina que genera el tipo de energía que se siente en los eventos. La tensión que se nota en el aire, el poder permitirnos como público ver a los exponentes reaccionar ante los golpes de línea del otro, además del hecho de poder permitirse como competidor aprovecharse de ello y sacar ventaja con la puesta en escena, las formas de transmitir el mensaje y los recursos que se pueden utilizar para que el acote sea una herramienta visual, son indispensables.

En conclusión, quizás esta renovación ha sido necesaria debido a la situación atípica a la que todo este modelo se ha visto enfrentado, pero si de verdad se quiere tomar a las batallas online como un puntapié para inaugurar en el futuro una nueva forma de generar contenido profesional con un formato totalmente renovado, incluso puede que hasta viviendo una especie de reality con un día a día documentado, con batallas diarias y con votaciones vía web, puede que al final de esto se desarrolle una nueva rama de modelo comercial que sea totalmente llamativa y que sólo estemos viendo el principio de algo importante y difuso, así como su utilización para diferentes clasificatorias y cupos, pero sólo nos queda esperar.

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