REPORTAJE: NAYIB BUKELE, UN MICRO POR UNA PISTOLA

De como el freestyle y la política unieron fuerzas por un día.

Por: @PabloCalMuriana 

Tan solo meses atrás, un día 15 de febrero, El Salvador, ese pequeño rincón de Centroamérica que en tantas ocasiones suele pasar desapercibido, amanecía bajo el mando de una nueva presidencia. Nayib Bukele, candidato por parte de GANA (Gran Alianza por la Unidad Nacional) al puesto, se consolidaría en las elecciones del país como opción al bipartidismo que lleva imperando años y con la obligatoria promesa del político de lograr un cambio bajo el brazo.

Para un asiduo lector de El Estilo Libre, quizá esta presentación lo suma en una confusión inmediata. Nada más lejos de la realidad, Nayib no es solo un político y nadie está haciendo campaña de su triunfo. Nayib, también en aquellos momentos de campaña, no solo se convirtió en una personalidad importante para su tierra, sino también para esta disciplina que tanto celebramos y apoyamos: el freestyle.

Con el cargo de alcaldía en nada más y nada menos que la capital como aval, el ahora presidente Bukele siempre se ha mostrado atento y entusiasmado frente a un movimiento urbano que empieza a popularizarse entre los jóvenes salvadoreños. Ha visto, con ojos de halcón, una posible vía de escape, camino a una solución, al eterno problema que hoy día supone para sus conciudadanos la seria problemática de las bandas y sus actos delictivos; y esa vía no ha sido otra que la del mismo hip-hop. Bastan solo un par de búsquedas en las redes para encontrar numerosos testimonios y entrevistas de él mismo defendiendo su carácter inclusivo, situándolo al mismo nivel del deporte con total naturalidad y sin peros.

No es solo su implicación con los jóvenes una de las claves del éxito de su campaña, sino el entusiasmo con el que estos mismos han recibido sus propuestas. La mejor prueba de ello la podemos situar en la figura de alguien mucho más familiar: Verso Oner. El joven gallo, que a pesar de no contar aún con una amplia trayectoria, ha estado en boca de muchas de las personalidades más influyentes del mundillo desde que consiguiera su pase a la previa edición de BDM Deluxe. Se abrieron las urnas también para él, quien presentaba candidatura para uno de los últimos puestos; candidatura que, por factores geográficos y otros tantos relacionados con la lánguida luz con la que El Salvador hoy brilla en materia de freestyle, no parecía tener mucho futuro y que, sin embargo, resultó en un rotundo éxito para el MC, quien finalmente acabaría viajando a Chile. Es, precisamente en los primeros compases de esta historia de irrefrenable ascenso por parte de ambos, cuando sus nombres empiezan a relacionarse.

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Fue un vídeo de Verso el que llamaría nuestra atención, el detonante -o excusa, si se prefiere- para investigar sobre el caso. En él, haciendo gala de sus recursos, intercalados con breves palabras que dedicaba a la situación de El Salvador y como los jóvenes la viven, mostraba un firme apoyo a la entonces inminente candidatura de Bukele. Saltan las alarmas: ¿qué se supone que hacen un político y un freestyler uniendo fuerzas?

El mismo Verso nos lo explica: “Todo surgió porque tenía que ir a BDM”, aclara, “Entonces  empecé a buscar votos por todo El Salvador y toda Centroamérica, sufrí un calvario para encontrarlo porque somos un país muy pequeño y la mayoría de gente no conoce el freestyle”. Sumido en la tarea de impulsar su campaña, buscar soluciones y granjearse votos, a nuestro MC se le iluminó de pronto la bombilla y recordó como Nayib, aquel joven candidato que luchaba por ser presidente entonces, siempre se había mostrado atento y entusiasta con las distintas corrientes urbanas que fluían por las calles del Salvador. “¿Por qué no etiquetamos a Nayib?”, fue la pregunta que se hizo entonces junto a sus amigos, y como no surgía inconveniente alguno que lo impidiera, allá que se lanzaron.

Para su sorpresa, no tardaron en recibir respuesta por su parte y la de sus compañeros, quienes les confirmaban que apoyarían su participación en BDM. El resultado es de sobra conocido. En cuanto al resto de la historia: “Yo siempre he sido una persona bien agradecida”, comenta Verso, “Acepté hacer el vídeo para su propaganda y empecé a hablar lo que yo creo que en mi país hace falta”. Ningún otro partido ni ninguna otra personalidad importante con la que contactó mostró su apoyo, algo que solo hizo el actual presidente, y como muestra de aprecio por el gesto, se decantó por devolver el favor a quien hasta ahora había demostrado ser un camarada más.

Claro está, la colaboración de Verso no fue fruto de un intercambio banal, de un compromiso. El rapero es consciente -siempre lo ha sido- de los problemas que asolan al país, con los que él ha tenido siempre un contacto de primera mano: “Viví cerca de lugares donde todo era bien difícil, donde uno lo primero que hacía era volverse MS (Mara Salvatrucha). Yo encontré el hip-hop, cosa que muchos de mis amigos no”. Continúa: “Me puse a pensar muchas veces, ¿qué hubiese pasado si mis amigos también lo hubieran hecho? Y es lo que Nayib trata de hacer”. Ajenos a intereses e ideologías, de la violencia no disfruta nadie. Es justo ahí, en ese punto, donde el gallo y el político se dan la mano, donde entroncan sus ideas. Se podrá debatir o poner más o menos taras a la idea de que uno y otro terreno se pisen, pero lo que difícilmente se puede poner en duda es el ejemplo que del fruto de este trabajo en equipo se puede extraer: uno tiene una solución y el otro los medios para que sea efectiva, y es bastante probable que al regalar a un niño un micro en vez de una pistola el cambio empiece a producirse.

Por esta misma opinión se decanta Tader, otro MC, español esta vez, muy reconocido por volcar en sus actuaciones -sean estas improvisadas o simples conciertos-, un mensaje muy despierto que se sitúa un nivel por encima de lo que se acostumbra a escuchar. Precisamente, al hablar del freestyle como un medio real y efectivo para hacer llegar unas ideas, mover esas mentes jóvenes que necesitan más movimiento que nunca opina que “aunque no se utilice con el potencial que pudiera, podría ser un arma muy poderosa poderosa para el pueblo”. Testimonios como el suyo hablan de como sí, quizá la necesidad de El Salvador de este vehículo sea mucho más urgente que en otros rincones del globo, pero no por ello este debería de perder su fuerza y utilidad más allá del espectáculo. “Tú imagínate”, declara Tader, “unos padres que no tienen con quien dejar a su hijo, están trabajando ambos, y el chaval empieza a bajar a los parques, conocer a raperos… Si esos raperos mueven unos mensajes, unos valores, unos principios, los padres pueden respirar tranquilos”.

Es una conclusión coherente pero a la que muchos, aún hoy día, donde las cifras que miden su exposición al público alcanza cotas escalofriantes, no llegan del todo o directamente no quieren. Un freestyler, como paradigma conveniente para el caso del movimiento urbano, está en contacto con muchos jóvenes en todo momento, desde que salta al escenario hasta que comenta por Twitter las sensaciones de dicho instante. Nadie le va a pedir que se convierta en una especie de megáfono, diseñado exclusivamente para repartir propaganda -algo que evidentemente también le haría perder fuerza y validez-, pero sí que sería fructífero de cara al resto de personas que, sencillamente, los idolatran, que trataran de ser más conscientes de que su voz tiene peso, justo como Verso hizo. Sería fructífero, claro está, si aquellos con los recursos de Nayib se aventuraran a prestar atención a estos jóvenes que rapean, pintan, o bailan breakdance.

De todas formas, es un razonamiento tan de sentido común, como se decía entre líneas previas, que muchos políticos de El Salvador han decidido sumarse al carro. Según palabras de Verso Oner: “Ha habido una reacción en cadena, porque los demás políticos se dieron cuenta de que los jóvenes eran importantes, ya que Nayib ganó gracias a los jóvenes”. Las alcaldías ajenas al partido de Nayib están organizando más eventos, se empieza a tener el freestyle más en cuenta… y todo por un “efecto dominó” que él y Nayib causaron, un efecto que trae grandes beneficios al rap, como un lavado de cara en ocasiones muy necesario, muchos más recursos, altavoces, escenarios, más gente que se atreva a competir; incluso, de popularizarse el caso más allá de sus fronteras, convertirse en el ejemplo a seguir de muchos políticos de habla hispana que hoy por hoy prácticamente ignoran la existencia del movimiento. Claro está, toda luz arroja siempre una sombra al mismo momento de ser prendida.

Aunque la simbiosis entre política y hip-hop ha dado argumentos para creer en sus objetivos, la experiencia que muchos -la inmensa mayoría- hayan podido tener con los altos cargos de su país, sus promesas y sus actos, no permiten que se esfume esa capa de recelo tan justificada. Pensando en frío, aquí no son los raperos y sus seguidores sus únicos beneficiados, ni siquiera aquellos que en su mundo encuentren una salida al futuro mucho menos esperanzador que les auguraba: los políticos que coordinan todo también se llevan su porción de tarta y, en muchas ocasiones, siempre será el trozo más grande.

De hecho, ya no es solo por motivos de credibilidad. Se viene discutiendo desde hace años, desde aquellas primeras discusiones sobre la profesionalización del freestyle, sobre los pésimos resultados que podrían surgir de un posible monopolio, como el de las grandes empresas, a la hora de organizar eventos en materia de censura, polémicas, publicidad, etc. Si bien estas empresas siempre van a velar por sus intereses económicos, es difícil no pensar en el estado como una más, con mucho poder de hecho, que además cuenta con suficiente capital como para no preocuparse por él en pos de unas motivaciones políticas que no en todos los casos van a ser totalmente transparentes o equitativas. La ideología, y como actúa esta en las relaciones políticas de la actualidad, es siempre un arma de doble filo que no todos saben manejar.

No obstante, no hay que dejar que el horizonte se tiña de negro por ahora. Verso, quien ha demostrado actuar por el bien de sus paisanos ajeno a ideas o a enfrentamientos políticos, en un ejercicio transversal en lo que a su colaboración con Nayib supuso, rompe una lanza a favor del presidente. “Hay un sector del país que no cree en él, hay otro sector que muestra bastante escepticismo sobre lo que él pueda llegar hacer o no, y hay otro sector, que es el más grande, que sí cree firmemente en lo que él va a hacer”, nos comenta a la hora de hacer un breve análisis de lo que supone la candidatura de Bukele. “Yo me encuentro pensando si lo puede hacer o no, pero me da confianza por el hecho de que fue alcalde dos veces antes de llegar a ser presidente, y en las dos veces hizo las cosas de una forma súper buena y súper correcta”. Quizá no todos los políticos sean como Nayib, eso ha quedado de sobra demostrado, pero su figura sí que desmiente la teoría de que son “todos” iguales.

Aun así, el salvadoreño siempre se mostró atento a las intenciones del ahora presidente: “Nosotros no somos ciegos. Entendemos que él también nos ayudó porque él necesitaba la ayuda, era publicidad para él, una ayuda para su campaña”. Y es que, en este juego de desenmascarar a los buenos y a los malos que supone la política, y que podría extenderse una eternidad, no debe de haber problema si, como Verso, aquel freestyler o colectivo que se plantee colaborar con una causa mayor se muestra ojo avizor en todo momento, siendo conscientes de que siempre es un intercambio a dos bandas y sin dejarse pisotear.

Ahí está la clave de por qué este caso supuso un éxito para ambos lados y por qué podría serlo en futuras ocasiones. Es cierto que, al parecer, Nayib se ha mostrado íntegro en todo momento y eso no es lo común (“Cualquiera lo hubiera podido hacer pero nadie lo hace porque casi nadie confía en los jóvenes”, aclaraba el MC), pero rechazar sistemáticamente a todos aquellos que ostentan el poder y los recursos para un beneficio propio, y ya no solo eso, para un beneficio de ambos y del resto de persona que nos rodean por temor a ser engañados, es una actitud demasiado romántica para los tiempos que corren.

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