LA CUESTIÓN DEL FLOW

Mucho se habla sobre el concepto de “flow”, pero este debate en muchos casos no convive con las especificidades técnicas y las competencias necesarias para que una buena musicalidad se plasme en el rapeo. ¿De qué se trata?

Por: Flor Viva (@florviva)

El público del rap en español crece día a día, aumentando desde todos sus ángulos: a través del trap, por ejemplo, un fenómeno que llegó en la última década con fuerza a los territorios de habla hispana para despertar furor en las juventudes; a través de los artistas emergentes del rap más clásico, que no por clásico carece de oleadas estilísticas, innovaciones, y avances experimentales; a través de las batallas, principalmente de freestyle, que desde los eventos más chicos, casuales, en plazas, hasta las fechas con miles de personas en su público ha creado una suerte de rajadura al nicho que solía ser, por donde la masividad se hace presente. Todo esto hace que, naturalmente, algunos términos y conceptos se desdibujen y terminen por usarse erróneamente, como es el caso del tan discutido “flow”. El flow para algunos es todo y para otros, nada. Para algunos es un requisito esencial, para otros un accesorio llamativo. Veamos, ¿qué es realmente el flow?

Una buena manera de pensarlo desde el llano es como el punto de unión entre la voz y el ritmo. La forma de encontrarse que le demos al contenido que aterricemos sobre una instrumental, ya sea una pista sonando en los parlantes, un beatboxer, un metrónomo, cualquier forma de marcar el ritmo. Es ese ritmo el que señala lo que en el rap es, como en toda forma de poesía, la extensión de una línea, específicamente en cuanto al tiempo. En el rap, la amplia mayoría de las instrumentales utilizan una unidad de medida de cuatro golpes (4/4), tiempo al cual cada rapero debe adaptar sus rimas.

Todo esto, que se refiere a lo técnico, requiere la siguiente aclaración: el beat enmarca y ordena el rapeo, pero en esta relación rítmica dual que se genera, el rap tiene su libertad, y es la libertad que permite la existencia de diferentes estilos, estrategias, y perfiles. Dos personas que rapeen a tempo sobre la misma base pueden sonar absolutamente diferentes, y esto tiene que ver con la libertad que aporta la base rítmica de música rap, donde la melodía no es prioridad. Pongamos un ejemplo bien gráfico: en el notable tema “Mercedes Benz”, producido por Ciclo, sobre el que rapean los españoles Dheformer Galinier y N-Wise Allah, ¿es la misma la manera de llevar la instrumental aplicada por los dos MCs? Indiscutiblemente, la base es la misma, y los dos españoles le dan eficazmente a los golpes principales por cada verso. E, indiscutiblemente también, sus maneras de fluir son muy diferentes. Más allá del contenido, entonces, ¿qué cambia? 

Podemos nombrar muchos factores que construyen el flow de alguien al rapear. Aquí, además de la construcción de los versos, la cantidad de sílabas, las pausas, los esquemas de rimas y demás, por supuesto, podemos apreciar diferencias en la cadencia de la voz, la tonalidad, el volumen, el timbre, su inflexión, la respiración. Las instrumentales no solamente dejan espacio para la creatividad musical sino que la impulsan. Los MCs talentosos buscan en la confiable regularidad del beat un espacio para la sorpresa rítmica y técnica a partir de sus herramientas. Sin romper la integridad del track pero siendo contenidos por el mismo, encuentran la forma de ofrecer una satisfactoria variedad. Manejan el peso lingüístico de sus versos de tal manera que pueden rapear sin vacíos incómodos, sílabas apretadas de manera poco natural, y demás incidentes desafortunados. No hace falta más que oír a freestylers como Trueno, Valles-T, Aczino, o Bnet para notar que, por sobre sus estilos característicos suelen ofrecer una vertiente de opciones para fluir un beat, con la velocidad que sea, de maneras atractivas y que mantienen la energía y el oído atento del público, y hacen que el contenido se ordene línea tras línea en una catarata de flows.

Esto, normalmente, es referido en el rap anglo como “to rap in the pocket”, que implica, justamente, rapear en el espacio ofrecido por las caídas del bombo en el beat, con ese margen de distancia, no más allá, y hacerlo con destreza y demostrando capacidad y flexibilidad. Un excepcional ejemplo para subrayar es, también, el de “Parisiennes”, canción del disco CAMBALACHHE de Lego Skillz, en el que el marplatense rapea con Kelo y Saje, los muchachos de Kamada. Los tres sobre el mismo beat, los mismos golpes clásicos,y con unos drums muy claros tanto en los puntos fuertes como a través de cada compás. Cada uno de estos tres raperos, los tres con una pluma de estética muy filosa y con técnicas rebosantes en sus barras, llevan la instrumental de maneras distintas: el uso de silencios, los cambios de tonalidad, la opacidad de las vocales, la ubicación de más o menos acentos fuertes por versos (menos en Lego, algo más en Saje, y aún más en Kelo, por ejemplo). Todos estos factores son algunos de los que cualquier MC dotado puede sin dudas emplear para marcar el humor y el tono de su flow en un momento en particular y en términos generales.

Por todo esto, es un error no concebir a la capacidad de ejercer una versatilidad en los flows como una “skill” o una cuestión “técnica”, algo en general enunciado de manera peyorativa, ya que es incluso más relevante que muchas herramientas enterradas en esa categoría. La musicalidad de un rapper no tiene que ver directamente con tener o no una buena voz o con la dirección de su mensaje, sino con este tipo de elementos, con el divertido y cautivante juego ofrecido contra el beat para llevárselo de la mejor manera. En el mundo de las batallas de free, esto ha generado importantes discusiones en las redes sociales y en algunos círculos de creadores de contenido. Los competidores de cualquier competencia pueden poseer un mal manejo de las instrumentales, lo cual directamente se relaciona con no respetar la integridad rítmica de las pistas. Pero, en un estrato un poco superior en cuanto a esta habilidad, se encuentran esos MCs que sí manejan la rítmica de los beats pero que lo hacen de manera más básica: clavar los golpes de cada compás es el requisito mínimo para estar a tempo. Un flow excelso no es solamente mantenerse montado a la música, sino navegarla con destreza.

Trueno, el rapero porteño del barrio de La Boca, fue uno de los que recientemente blandieron este talento ante miles de personas en múltiples escenarios. A pesar de su claro éxito en los últimos años al haber aceitado recursos de todo tipo, desencadenó una serie de críticas ciertamente absurdas acerca de la “no complejidad” o de la “no profundidad” de esta herramienta. Sin embargo, y más allá de cierta desestimación de todo contenido escupido por Trueno a partir de este debate sin salida, pocas cosas están más alejadas de la realidad que plantear esto. El exquisito oído musical en combinación con la capacidad de empíricamente combinarse con la pista de manera acertada en los detalles, hacerse parte de ella, es una herramienta altamente compleja, aunque poco crédito se le dé, justamente por todo lo mencionado anteriormente. Es una cualidad que mucho tiene que ver con una prolijidad matemática, quirúrgica, que a los mejores MCs no les impide explayarse sino que les ofrece el marco y el lienzo para plasmar su contenido de una manera innovadora y armónica

Es notable como a algo similar sucede con el freestyle jazz, por ejemplo, donde uno o más instrumentos aportan un hermoso caos a cierta base instrumental, manteniéndose dentro de las normas del ritmo pero desde un espacio de creatividad plena y, como se diría futbolísticamente, una gambeta a la regularidad del sonido de los drums. 

A través de la historia del hip hop, las técnicas y los atractivos nuevos formatos de rima y ritmo combinados tuvieron numerosos momentos bisagra. Para llegar a los talentos de personalidades que generan largos esquemas de rimas, maneras de fluir difíciles de imitar, y complejidades complementadas con sutilezas de forma admirable, el rap ha pasado por muchísimas etapas y por una tremenda evolución a través del tiempo. Consideremos que mientras más rebobinemos la cinta de la historia del rap, más nos encontraremos con rimas muy limpias, líneas de abruptos cortes luego de cada compás, y versos encadenados a los cuatro golpes principales. El género fue evolucionando a partir de sus artistas e influencias para llegar a hoy tener distintivos e incontables flows a lo ancho y a lo largo de la cultura hip hop. 

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