LA BATALLA QUE ME MARCÓ: SONY VS PAPO

Son diez años desde mi llegada al freestyle como espectáculo, como hobbie o como un simple arte urbano. En esa década fui parte de muchas batallas, títulos y caídas. Hoy, en 2020, y lo reconozco, con cierta dificultad, puedo afirmar que el cruce más determinante que tuve como fanático es, por escandalosa diferencia, Papo contra Sony en la final de Red Bull Batalla de los Gallos 2016.

Por: Alan Di Prinzio

Cebollita, segundón, diminuto cuando tocan las importantes. Estos, entre más, eran los rótulos con los que Alejandro Andrés Lococo cargaba antes de subir al escenario de Tecnópolis. Extraño, ¿no? Ser partícipe de todas las ediciones de Red Bull post parón y alcanzar la fase final en dos de ellas todavía no alcanzaba. 

Pienso, y poco distinto es en la escala nacional, por ejemplo, con el fútbol. Un equipo que queda segundo en la final de un notable torneo suele ser más criticado y señalado que aquel que se despide en fases anteriores, indiferentemente de qué recorrido haya sido más arduo. 

En fin, Papo necesitaba la corona que tanto aclamó. En 2013, su amigo Dtoke le cerró las puertas. Al año siguiente, Sony le pagó con lo mismo. Lo siente como pocos, lo sufre, claro. Basta con sentarse a ver una entrevista o escuchar sus opiniones acerca del panorama general para entender que los resultados en el freestyle juegan un rol importante en su vida. Querramos o no, podemos sentarnos a debatir la fórmula que otorga el éxito en el freestyle de Argentina, pero es innegable que los títulos o una consagración abren puertas, torneos, convocatorias, sponsors y más. 

Cacha fue el primero que se le cruzó en el camino al título. Con un resultado, para muchos polémico, Papo logró la victoria. Inmortalizada quedó su imagen post triunfo pidiendole comprensión al público, que silbaba no conforme con el resultado, tratando de explicarles que él únicamente subió a rapear y no a dar los veredictos. Esto lo debilitó, fue un golpe anímico. ¿Cómo salir a competir sabiendo que ahora habrían ocho mil personas en tu contra?

Personalmente, y me permito este parate, esta consagración tuvo un condimento especial. Comencé por el 2010 gracias a Tata vs Kodigo en la final de A Cara de Perro; continué hasta 2012 admirando a Dtoke eliminado tantos rivales se le aparezcan en Halabalusa; pero desde que tuve la suerte de cruzarme con la primera batalla de Papo, no hubo vuelta atrás. Hoy, la palabra fanatismo causa terror, parece un ultraje, una deshonra. Con su permiso, no le voy a ser indiferente en este caso, de hecho, me interpela en cada una de sus facetas. Me considero abiertamente fanático del MC de Mar del Plata. 

Casi rendido para salir a competir contra MKS en cuartos, Papo tuvo el empujón quizás más significativo de la tarde -y, esto a juicio personal, de su carrera- cuando Shair lo incentivó a salir adelante y no escuchar al resto. Así lo reconoció él en DAMN: “¿Quiénes son ellos? ¿Qué hicieron? Vos sabes lo que hiciste para llegar acá.” Lo logró, de esta forma, y salió en un gran nivel. Se impuso sin mayores complicaciones contra uno de los hermanos Mansilla.

Luego una semifinal contra Klan, donde sin escrúpulos el jurado vio de forma unánime al marplatense como vencedor, la oportunidad llegó. Papo era por tercera vez finalista de una nacional de Red Bull Batalla de los Gallos. Imagino, desde mi posición, lo que esto significó los minutos previos a subir. El rival no era un anónimo, ni alguien que pasaría desapercibido desde lo emocional, claro. Nada más ni nada menos que Sony, el mismo que en 2014 logró convencer a Dtoke y CNO de que él era el campeón de la noche.

Recomiendo ver la final considerando estos últimos detalles, especialmente cuando les llegue la hora de ver el segundo minuto de Papo, símbolo del esfuerzo y la purga de sentimientos, rendido ante el público. Sony no hizo una mala batalla, en mi opinión. Conmemoró un primer minuto bastante regular pero con buen cierre: “Ey, hermano, la victoria 2014 Sony se repite.” Papo, por el contrario, tuvo dos grandes minutos, con mención especial al último. Una sola palabra en las pantallas produjo uno de los cierres más pasionales en una final: “¡Ruido, esa es mi explosión!” 

Un segundo después que Sony finalizara su minuto de vuelta, y por consiguiente su última rima, Papo ya se encontraba con lágrimas en los ojos. Miraba al público, al jurado, los competidores. “Olé olé olé olé, Papo, Papo”, caía. Todos sus años de trayectoria representados en cinco minutos. Todo o nada. Dtoke fue el primero en levantar el cartel: Papo. Con un voto más aseguraba el cinturón. Papo ya estaba en el suelo, rendido, esperando. Un segundo después, que para Alejandro habrá significado lo que dura un siglo, Núcleo y Juan Ortelli mostraron los suyos: Papo. 

Quienes hayan visto la batalla -de no, verla de inmediato- sabrán que no es la más sobrante en nivel. La previa de este artículo quizás sirva para entender el por qué de mi elección. Muchos cruces, incluso del mismo torneo, fueron superiores en calidad de minutos, punchlines, flow o directamente incentivando al público. Ni mencionar si pusiera en disputa otros años y competencias. Si midieramos la calidad y composición de las barras, el top tendría otro rumbo. Mi condimento especial va por otro lado, va por mi calidad de fanático y no de analista, va por el primer título de Papo como campeón nacional de Argentina. Por eso, y por todos estos años siguiendo de cerca las competiciones, esta es la batalla que más me marcó.