¿CÓMO SERÍA UNA FINAL INTERNACIONAL SI INCLUYERA A TODOS LOS PAÍSES?

Por: @FerJBolivar9

Red Bull ha hecho un gran trabajo para expandir la cultura del mundo del freestyle y trasladarla al gran público. Sin embargo, la multinacional no se ha limitado únicamente a los países de habla hispana y, prueba de ello, es la presencia de Red Bull Batalla de los Gallos en diferentes países con otras lenguas y culturas como son Francia o Polonia. ¿Cómo sería una batalla de gallos realmente mundial?

La cultura freestyler se caracteriza por ser inclusiva y por forjar un sentimiento de fraternidad entre los componentes que forman parte del conjunto. Al fin y al cabo, acercarse a este mundo es sinónimo de dejar fuera los prejuicios y las diferencias. Todo el mundo es igual cuando se sube a una base. Una de las consecuencias que supondría una final mundial es una conexión entre culturas que tienen historias y contextos muy alejados. La improvisación sería, como tantas veces ha sido, un punto de unión y reunión.

Si siendo espectador de batallas de gallos de un solo país ya podemos ser conscientes de la diversidad de un territorio, de sus formas de construir, de sus ejecuciones y de mil matices más, imagina poder ver batallas de todo el mundo. Implicaría una ampliación de horizontes exponencial y aprender de aquel qué, aparentemente, no tiene nada que ver con la cultura de uno. Además, no solo veríamos cómo improvisan, sino que también estaríamos más cerca de profundizar y conocer, aunque sea de pasada, cómo es el rap de cada lugar y que particularidades alberga.

Del mismo modo que Zasko influenció la forma de rapear de los jóvenes cuando ocupó un lugar destacado en el panorama español, existiría la posibilidad de descubrir nuevas formas de rapeo en base a MC’s de otros países. Hablaríamos de un freestyle globalizado que tendería a uniformizar las características generales del mundo de la improvisación. Además, habría una variedad de idiomas muy distintas: francés, polaco, serbio, croata, incluso se podría agregar el inglés, ya que si bien no hay una competencia como Batalla de los Gallos, se han hecho eventos combinando la improvisación y Red Bull en Inglaterra.

Imaginando la competición en sí, un ejemplo útil puede ser el fútbol. Estadios llenos con bandos diferentes y un fervor enloquecido cuando los participantes subieran a competir a la palestra. Cabría esperar la presencia de banderas ondeando, gritos y cánticos a favor de los respectivos representantes. El sentimiento de pertenencia nacional, tal y como sucede en los países de habla hispana, provocaría una competencia más feroz y cruda entre los contrincantes. Si no, que le pregunten a Skone en Perú.

Otra consecuencia implícita que conllevaría la celebración de un evento así es el clímax de la profesionalización del freestyle. Los participantes se reunirían en comités nacionales y la parte técnica de los respectivos conglomerados se encargaría de entrenarlos y someterlos a rutinas que extrajeran lo mejor de ellos. El nivel que vemos hoy en día, se quedaría muy corto si lo comparamos con el nivel que tendrían los gallos en este contexto hipotético.

  En cualquier caso, una competición así solo podría ser sinónimo de enriquecimiento, de oda a la diversidad y a la multiculturalidad. No se puede obviar que existirían polémicas y que la competición se llevaría el extremo. No obstante, no sería realista tener en cuenta únicamente la vertiente competitiva. Al final, el origen de la improvisación no se encuentra en las batallas sino en las ganas de gritar y en la necesidad que, como humanos, tenemos de expresarnos sin necesidad de competir. Probablemente, si se globalizase este mundo, podríamos hablar de un colectivo freestyler que incluso podría reclamar presencia en los diferentes medios de comunicación o luchar contra los prejuicios que tantas personas tienen respecto al rap.