OSNIS: UN ALBUM QUE ROMPE ESQUEMAS
Tras un mes de espera y varios anuncios, Saje y Veeyam publicaron OSNIS, un álbum que rompe esquemas y se posiciona como una de las grandes obras del año.
Por: Gabriel Baggio (@BaggioGabriel_)
De tanto en tanto surgen obras que buscan ser disruptivas, mover los límites de lo ya hecho y potenciar géneros o disciplinas. Desde sus primeros anuncios, OSNIS parecía prometer posicionarse de este modo. Saje y Veeyam, dos artistas fundamentales para la escena del Hip-Hop argentino, comenzaron a sembrar la idea desde un mes antes del lanzamiento de un álbum cargado de aristas y sutilezas .
Una narrativa a fuego lento en tiempos de inmediatez
En tiempos dominados por una lógica algorítmica donde muchas veces se pondera más el click, la view y el like (todos ellos elementos cuantificables) que la propia obra, la idea de construir una narrativa orgánica y sostenida en el tiempo parece un desafío difícil de asumir. A lo largo de cuatro semanas, los artistas construyeron un relato y una simbología alrededor del álbum que invitaba al hype pero también a esperar, pacientemente, el siguiente anuncio.
Desde el primer momento, Veeyam instaló esta idea al reapropiarse de un signo que, a priori, parecía una nimiedad: el emoji del plato volador. Sin decir mucho, con la única consigna de “que el algoritmo se entere de que ya llegamos”, los artistas comenzaron a trabajar con la expectativa. Este juego semiótico también se observa en la imagen del disco: la máscara que caracteriza a Saje aparece en la foto de portada pero, en una de las gráficas principales de OSNIS, se la observa ilustrada en dos dimensiones, adoptando una forma similar a la de una nave espacial al estilo Space Invaders.
El siguiente episodio se vivió cuando, días después, dejaron ver un elemento fundamental de este universo: la web utilizada por ellos para realizar anuncios. En la previa, todo sucedió dentro de esta interfaz, oficiando así como orientador de la experiencia. Al entrar en la web, el usuario era recibido por una pantalla completamente negra, con la única excepción de unas letras azules que, cual consola, esperaban sus instrucciones. De este modo, el público no juega sólo un rol de receptor, sino que se posiciona como partícipe íntegro de la obra.
Tras una serie de anuncios, quienes estuvieron registrados en la web recibieron un correo electrónico: la preescucha del álbum ya tenía fecha. El día anterior a la salida de OSNIS, en el Teatro Vorterix, Veeyam y Saje presentaron el disco en su totalidad para quienes tuvieran la chance de estar presentes en dicha velada.
Finalmente, el 27 de octubre, OSNIS vio la luz oficialmente bajo la forma de una promesa cumplida.
Foto: @irishsuarez
En cuanto a la parte instrumental, Veeyam mostró un sólido oficio similar al de un paisajista: la sonoridad acompaña a la perfección el concepto del álbum con instrumentales que podrían ilustrar un relato cyberpunk o una distopía retrofuturista. Ya en su trabajo anterior, Anyma, el productor nos ofrecía muestras de esto, como si quisiera advertirnos lo que iba a suceder a fines de octubre.
Harto conocida es ya la habilidad lírica de Saje, un artista en constante evolución que mostró en su EP Aura una intencionalidad manifiesta de mover el límite de lo esperable. Desde el primer momento, con Furor, Saje busca sumergirnos en su concepción del mundo, habitando una contradicción abierta con algunas lógicas del presente. Mucho de su pensamiento se muestra en sus letras, que mantienen una fuerte coherencia con sus acciones y declaraciones por fuera de la propia música.
El rapero introduce en su obra una serie de referencias que, lejos de ser casuales o buscar únicamente mostrar erudición en ciertos temas, funcionan de forma conjunta con la obra en su totalidad. Uno de los ejemplos más claros se encuentra en el título del primer corte instrumental: Modernidad Líquida es, además, un libro del sociólogo Zygmunt Bauman que critica la volatilidad e imprevisibilidad del presente y sus vínculos.
Mención aparte merecen las visuales. La dirección y realización de Lucas Rosas para los vídeos que acompañan al álbum logran mantener una coherencia perfecta con el universo de OSNIS. Uno de los puntos más altos se encuentra en Interfaz, donde confluyen como un todo la letra de Saje, la tensión transmitida por la instrumental de Veeyam y una sección de video fuertemente distópica.
La única canción que vio la luz antes que el disco fue Requiem. Ya en OSNIS, constituye un punto de inflexión: es el primer momento en que el video cambia su lógica cromática. De los predominantes y metálicos azul y rojo pasa a mostrar un verde y amarillo que, junto con una de las pocas imágenes que recuerdan a la naturaleza, transmiten una sensación de nostalgia por un mundo analógico que nos resulta cada vez más ajeno.
Requiem es, también, el único corte que tiene un video propio por fuera del álbum en sí. En este se los puede observar a ambos artistas recorriendo caminos en principio de forma solitaria para, finalmente, encontrarse y observar juntos hacia el horizonte. Además, en dos actos simbólicamente fuertes se observa a Saje enterrando su máscara y a Veeyam dejando quemar en una hoguera una remera de Veetz, como si quisieran mostrar una intencionalidad de mirar al futuro despojados de los preconceptos acerca de la identidad artística de cada uno. En una de sus útlimas declaraciones, mediante sus historias de Instagram, el productor hizo mención a Requiem como la canción que funcionó de “disparador” para la posterior creación de OSNIS, detalle no menor para intentar comprender el devenir de la búsqueda de los músicos.
En suma, OSNIS es una obra que, lejos de mostrarse pensada únicamente como un álbum musical, ofrece un vasto universo de debates internos y referencias. Saje y Veeyam nos traen un disco cargado de sutilezas que merece ser escuchado y visualizado varias veces para acceder a toda su riqueza (riqueza que no podría entrar en su totalidad en las líneas de este breve análisis).
Saje ha declarado ya que considera que la escena argentina está en un momento de mucha madurez, y OSNIS acaba siendo una muestra de esto. Encontramos a lo largo de veintidós minutos a un Veeyam que, lejos de autolimitarse, adopta constantemente nuevos sonidos e influencias. También vemos a un Saje muy prolijo en su construcción lírica, que emplea sus ya conocidas aliteraciones de forma brillante mientras transmite un mensaje sólido y cargado de contenido. “Menos impulsivos y más sabios” decía el rapero hace ya un año en Tifón, de su EP Aura, y tanto la forma como el contenido de OSNIS son una muestra de ello.
Se ha dicho varias veces que el rap argentino está viviendo un gran momento, y la aparición de obras como OSNIS no hace más que refrendar esta afirmación sosteniendo muy alta la vara de este género.