LFP GATE: UN BOCHORNO

La competición internacional disputada el pasado 20 de enero en Perú brilló más por la nefasta organización que por el gran cartel que presentaba.

Por: @alvaromorenomad

Estamos posiblemente ante el mayor escándalo de la corta historia del freestyle. La polémica generada por la desastrosa organización de la LFP (o como desde este medio hemos querido bautizar, LFP Gate) ha abierto una herida muy profunda en el panorama de las batallas hispanohablantes. La confianza de las grandes figuras a nivel mundial se ha quebrado, y si no somos capaces de entender lo ocurrido y hacer todo lo posible para que todo vuelva al ambiente de credibilidad y respeto al que deberíamos estar acostumbrados, se otea un futuro oscuro para la disciplina que nos apasiona. Es el momento de reflexionar para evitar que esto se vuelva a repetir.

Los fallos del evento fueron muchos, y todos, por pequeños que sean, merecen su análisis particular. Como se suele decir, el todo depende de sus partes, y es imposible entender la magnitud que ha alcanzado el LFP Gate sin desmenuzar la cuestión pormenorizada. Dicho esto, creo que es necesario observar la problemática desde dos prismas: el del público y el de los gallos que participaron en el evento. Las dos partes sufrieron, sufrimos, las claras consecuencias de una mala gestión.

Empezamos por la visión del público (los fallos que perjudicaron la experiencia del espectador), a la cual me siento más cercano pues tuve la oportunidad de estar visionando la competición por el streaming oficial, gracias a Bitel. Hecho el chiste más popular de los últimos días, la primera crítica que hay que hacer es al abusivo corte propagandístico que tuvo el evento. Las grandes marcas pueden ayudar mucho al crecimiento del movimiento, pero de ahí a la monopolización hay un pequeño paso, una pequeña línea con la que la empresa de telefonía peruana jugó a la comba durante las más de diez horas que duró el evento. Bitel nuestro que estás en el cielo, perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos el constante spam al que nos sometes. El streaming oficial fue un gran punto a favor, pero creo que con decir un par de veces Bitel o dejar una marca de agua en el vídeo hubiera sido suficiente. Después de dirigir y protagonizar el evento cuando el barco todavía estaba a flote, fueron los primeros en distanciarse cuando este empezó a hacer aguas. Bitel, no caigas en la tentación y líbrate del mal, amén.

Nota de prensa de la LFP en la que se exime de responsabilidad a Bitel.

Una cosa de la que Bitel está libre de pecado es la duración del evento. A lo mejor exagero, pero diez horas me parecen demasiadas, y todo por la falta de previsión que el equipo de gestión de la Liga de Freestyle Profesional demostró durante todo el día. Antes de que empezara la fase internacional (esa a la que todo el mundo estaba esperando) se planteó una edición nacional peruana que se hizo eterna. Es lógico e incluso loable que la organización quisiera introducir gallos nacionales en el torneo, pero ¿qué necesidad había de hacerlo en el último momento? Ecuador organizó su nacional una semana antes del evento y nadie se murió por hacerlo con algo de antelación. Sin duda, otro ejemplo de que todo lo relacionado con esta competición se fue haciendo a matacaballo y sin ningún tipo de plan de acción.

El formato fue algo caótico. Yo estaba en medio de la cobertura del evento a través de este periódico, y fui incapaz de definir un nombre para las rondas hasta las semifinales (hasta las segundas semifinales concretamente). Veinticuatro gallos participantes, algo no cuadraba desde el primer momento. Ante esto, en vez de hacer una fase de filtros como es habitual, se decidió ir a capón y hacer cruces normales, lo que provocó que tras la primera criba quedaran doce y tras la segunda seis gallos. Fue ese momento en el que todo alcanzó el mayor grado de surrealismo. La comunicación corporativa de la LFP fue cuanto menos nula y la confusión reinó por algunos instantes. Primero pareció que se iban a hacer tres semifinales y celebrar una final de tres, pero luego nos cambiarnos totalmente el registro y sacaron una repesca de la nada, repitiendo las semifinales para llegar a una resolución clásica. Las aguas que hacía el cuadro de participantes eran evidentes, pero no se subsanó hasta el final. Todo se hizo en el último momento.

Los asistentes en directo también sufrieron la mala gestión de la organización.

Llegamos al brillante desenlace. Una final entre los dos mejores batalleros del momento y posiblemente de la historia siempre es algo excitante para todos los aficionados a las batallas de gallos, pero no forzándolos a cruzarse en la final. Viendo como transcurrió la competición, era totalmente descarado que la organización estaba buscando desde el primer momento amañar los cruces para que se dieran las batallas más morbosas, aunque eso significará ordenar los emparejamientos sin ningún tipo de lógica. La batalla en la segunda ronda (digo segunda ronda porque cinco días después todavía no sé cómo denominarla) del evento entre Chuty y Yenky One fue el mejor ejemplo de esto. La emoción se perdía por momentos en el Estadio Municipal de Surquillo. Si el freestyle tiene algo bonito es la emoción de que puede pasar de todo, el mayor de los desconocidos puede tumbar al mayor referente y la LFP cortó esta posibilidad de raíz descaradamente, buscando las batallas que más beneficio económico podían generar. Repetid conmigo: “Poderoso caballero es Don Dinero”. La competición fue un spoiler constante en el que parecía que cada paso estaba marcado y en la que los organizadores sabían desde un primer momento que Aczino y Chuty se enfrentarían por fin en una final. Hasta este encuentro perdió emoción por una obviedad poco disimulada. Querida organización de la LFP, desde aquí os quiero dar las gracias por joderme un sueño.

Chuty sobre su experiencia en la LFP.

Me da mucha pena que la experiencia de este evento se haya visto tan perjudicada. Viendo el cartel, la competición tenía unas expectativas muy grandes, pero cada segundo que pasaba la desilusión se iba constatando un poco más. El boom que ha sufrido el mundo de las batallas ha generado una burbuja que según muchos solo puede explotar. Nunca había creído esta afirmación pesimista y desalentadora de los críticos y haters de la “mainstreamficación”, pero si permitimos que estos hechos se repitan estaremos tirando piedras hacia nuestro propio tejado. Todo empieza con unas goteras, después se vendrá todo encima.  

Entramos en la observación de los fallos desde un prisma que no puedo entender en su totalidad debido por el mero hecho de que no me afectaron de forma directa. Fueron los gallos que estuvieron en la competición internacional peruana el día veinte, los únicos que pueden comprender lo que estos fallos significaron.

Una de las opiniones más generalizadas durante el transcurso del evento, por parte del público, fue la falta de nivel. Los gallos no demostraron sus capacidades al cien por cien y esto, como todo en la vida tiene una explicación. Según han explicado muchos de los participantes, las condiciones de manutención y de alojamiento a la que se vieron sometidos eran como poco desfavorables. Las denuncias van desde el abandono casi total (Blon explicó como le dejaron solo en una casa sin casi contacto) hasta la falta de previsión en la cantidad de alimentos y agua potable por parte la organización (como explicaron Aczino y Pime desde diversos medios), pasado por la ausencia de medios de transporte para la movilización hasta el evento (la recogida de los gallos en los distintos puntos de hospedaje se hizo a última hora y después mucha insistencia). Todo esto fue sumando cansancio a los protagonistas. Sé que lo he repetido mucho durante este texto, pero es que todo lo que se hizo durante este evento fue a matacaballo. Sin previsión, todo improvisado. Nos quejamos en su momento de la falta de nivel, de la ausencia de competitividad que parecían tener los gallos, los espectadores nos quejamos de muchas cosas sin tener ni idea de lo que habían pasado. 

Declaraciones de Blon sobre el abandono sufrido.

Un problema mayor que no puede pasar desapercibido es el impago de los cachés. La precariedad salarial es un mal endémico de muchos lugares, y en las batallas es algo que se tiene que cortar de raíz. La profesionalización de los freestylers ha llegado hace poco. Muchos gallos están desarrollando su faceta laboral plenamente en el mundo de las batallas, y la poca seriedad de algunos organizadores obliga a dar un paso atrás. Los gallos denuncian que no han recibido respuesta de la organización en el tema de los pagos, y como es lógico la confianza se está quebrando. Hasta este punto, la organización de la LFP solo podía ser tildada de irresponsable, pero esto es lo que convierte el hecho en una estafa. Imagina que te prometen ir a rapear a otro país, con unas condiciones de alojamiento, manutención y pago de caché preestablecido, y llegado el momento de la verdad no se cumple nada, ¿cómo lo calificamos? HBD ha hablado de la necesidad de los pagos por adelantado, y por la mala praxis de algunos, hay que tomar todas las precauciones posibles. Bienvenidos al primer Estado de Excepción forzado del Panorama Internacional del Freestyle.

Por último, hay que hablar sobre la despreocupación de los organizadores en cuanto a los billetes de vuelta. Todos y cada uno de los gallos que se han pronunciado han hablado de esto. Al parecer, los billetes que fueron sacados para que cada uno de los participantes regresarán a sus casas estaban programados a horas intempestivas y la organización desapareció llegada la hora de salir hacia el aeropuerto. Como ejemplo menciono a los mexicanos, quienes tenían el vuelo a casa programado para las dos de la mañana del día 21, cuando el evento acabó sobre la media noche. La hora del vuelo carece de sentido, más aún si encima la organización decide desocuparse del asunto y dejarte a tu suerte. Los gallos tuvieron que buscarse las mañas para llegar al aeropuerto. Muchos perdieron el vuelo, otros llegaron a tiempo gracias a la amabilidad de algunos desconocidos, pero todos lo hicieron por su cuenta, el responsable huyó delante en sus caras, y digo huir con todo el significado que se le supone a la palabra. La sinvergonzonería que se gastan algunos superan las epicidades más inimaginables. La denuncia es de novela: el organizador se fugó alegando que tenía que ir al baño

Juan Ortelli mostrando su solidaridad con los afectados.

Los fallos fueron muchos de la Liga Profesional del Freestyle, los aciertos pocos, pero como se suele decir, no hay mal que por bien no venga. Gracias a todo lo ocurrido nos hemos dado cuenta de la vulnerabilidad que los gallos sufren en sus derechos contractuales. Todos firman acuerdos, pero muchos no acaban por cumplirse. Estamos ante un sector económico nuevo. Las bases, las fortalezas y las debilidades se están asentando y tenemos la oportunidad de establecer un sistema fuerte en el que no haya hueco para los abusos de unos pocos listos que se creen con el derecho de torear a todos los que se le pongan por delante.

El público lleva tiempo siendo criticado por su hooliganismo o por su fanatismo, pero en esta ocasión hay que estar de enhorabuena. La opinión publica ha dado un paso adelante, formando un solo cuerpo, demostrando que todos los que conformamos este mundo no estamos dispuestos a aguantar que se atropelle a nadie por el beneficio de unos pocos. No todo vale para que se den las batallas más morbosas.

HBD hablando sobre la necesidad de acabar con esta situación.

El LFP Gate ha sido el caso más grande de estaba en la corta historia del freestyle, pero no ha sido el único. Gracias a los hechos acaecidos en Lima se ha puesto de relieve que no todo es bonito y que también hay parte oscura en el panorama. Es problema de todos convertir esto en un punto de inflexión positivo para que no se vuelva a permitir. Posiblemente estamos ante la lección más importante que tenemos que aprender para la completa profesionalización del freestyle, así que entendámosla bien. No todo vale: los derechos contractuales de los gallos están por delante del espectáculo, y que nadie crea que va a contar con el apoyo del público si estos se vulneran.

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