El arte de resistir: Trvko y el Hip Hop incensurable

El arte de resistir: Trvko y el Hip Hop incensurable

A un mes de su asesinato, la memoria de Mauricio Ruiz Sanz, rapero conocido como Trvko, se rehúsa a guardar silencio pese a los intentos por eliminar su rostro de las calles.

Eduardo Mauricio Ruiz Sanz, rapero peruano conocido como Trvko, salió a las calles de Lima el 15 de octubre llamado por el calor de la protesta, de la resistencia a la que hacía referencia en sus canciones. La voz de la ‘Generación Z’ que ardió en Nepal fue escuchada en Perú, y el eco de su lucha llevó a los hijos del Hip-Hop a las calles que alguna vez les sirvieron de lienzo para sus graffitis. Esa fue su última vez juntos.

Él y Favio (a.k.a. SNAP), su hermano y productor musical en varios de sus temas, salieron de su barrio en el distrito limeño de San Martín de Porres, con las gargantas cargadas de revolución, de cambio, de dolor. La crispación social y política del Perú moderno, con seis asesinatos por día; con ocho presidentes en diez años, la corrupción, la inseguridad de las calles, extorsiones y sicariato, no eran temas ajenos.

En registros oficiales del Sistema de Información de Defunciones (Sinadef), la escalada de violencia es aún más evidente: 1513 homicidios en 2023; 2083 homicidios en 2024; y hasta la publicación de este artículo, el Perú ya cuenta más de 1942 asesinatos con un promedio de 6 cada día. El Gobierno insiste en que el Sistema no registra delitos pese a que existe un apartado específico vinculado al homicidio.

Las canciones de Trvko no solo hacían referencia a la violencia existente en los “barrios calientes” de Lima en los que había vivido, sino que contaban la realidad en la que tanto él como SNAP vivían. Ellos también fueron víctimas de “malas personas”, como lo describiría Favio recordando los hechos de esa noche.

Créditos: Pamela Valvas (@empamnadas) vía Tercer Ojo.

La resistencia frente a un gobierno que una buena parte de los peruanos considera como la continuidad de la corrupción -esta vez al mando del congresista José Jerí- era el fin principal de la protesta convocada aquella tarde. Para Trvko y SNAP, la música no era solo arte, era la voz de la resistencia y su medio de expresión principal.

“Nos consideramos comunicadores. Lo que hacíamos nosotros era ir a la marcha para grabar, para transmitir, para tomar fotos, para apoyar con la música también. Nosotros vamos con parlantes, vamos cantando, lanzando arengas nuevas porque a veces se escuchan las mismas (…)”, cuenta SNAP.

Pero estamos hablando del Perú, un país en el que dos presidentes iniciaron sus gobiernos con personas asesinadas durante manifestaciones como la del 15 de octubre. Primero fueron Inti Sotelo y Bryan Pintado con Manuel Merino (2020), y luego otras 50 personas en diferentes regiones no volvieron a casa durante los primeros meses de Dina Boluarte (2022 – 2023). José Jerí se convirtió en el tercero.

Mientras estaban en la Plaza Francia, un punto alejado del foco principal de la manifestación, en la Av. Abancay, cerca al Congreso, Trvko y SNAP vieron a una turba acercarse. Un policía, ahora identificado como el suboficial de tercera Luis Magallanes, fue detectado por los manifestantes como un agente encubierto al interior de la protesta. Un ‘terna’.

Foto tomada en la madrugada del 16 de octubre, a pocas horas del asesinato de Trvko. Créditos: Renato Silva.

“Escuchamos a la gente que venía de la calle y gritaba ‘¡es terna!’. Él ya estaba disparando. Comenzó a disparar varias veces. Incluso en el video se nota que mi hermano se acerca y cuando ve que sigue disparando, se aleja (…) La gente empezó a lanzarle cosas cuando el policía dobló la esquina por la Av. Uruguay. Él sigue disparando (…) Yo estaba atrás de mi hermano. Si mi hermano no hubiese estado ahí, posiblemente yo hubiese muerto. Cuando cae al piso, yo voy a recogerlo”, contó SNAP.

Una de las balas disparadas por el suboficial acabó con la vida de Trvko cerca a la Plaza Francia. El proyectil atravesó su pulmón y la gravedad de la herida acabó con su vida. Las investigaciones dicen que la bala rebotó en el suelo antes de impactar en su cuerpo. 

Esa noche Eduardo Mauricio Ruiz Sanz, Trvko, no volvió a casa. En cambio, fue llevado de emergencia al hospital Arzobispo Loayza, el más cercano de la zona. No había ambulancias cerca, así que lo cargaron, lo subieron a una motocicleta y aceleraron lo más posible. 

SNAP estuvo con Trvko todo el tiempo. Mientras el corazón de Favio latía cada vez más rápido con la esperanza de salvar a Mauricio, las fuerzas del rapero se iban desvaneciendo.

 

Esa noche, la historia reciente del Perú se resumió en pequeñas escenas:

Manifestantes que protestaban en contra de un Gobierno al que llamaban corrupto.

Víctimas de extorsión reclamaban al Estado que les brinde seguridad para trabajar mientras que la Policía -esa que debería protegerlos- les lanzaba gas lacrimógeno y disparaba perdigones de goma contra ellos.

Una vendedora ambulante que había perdido de vista a su hija de 11 años en la Plaza San Martín, la encontró unos metros más allá; herida por el impacto de una bomba lacrimógena en la cabeza.

Una hora antes, en el mismo lugar, Trvko intentó socorrer a Luis Reyes Rodríguez, Flipown, otro cantante urbano que recibió un fuerte golpe en la cabeza con una bomba lacrimógena que destruyó parte de su cerebro. Hasta el momento, un mes luego de la protesta, Luis sigue en coma.

Al final, incluso el presidente José Jerí se animó a salir a la calle para  hablar con algunos de los policías que habían resultado heridos. No habló públicamente sobre manifestantes heridos o la muerte de Mauricio, sino hasta varios minutos después y por su cuenta de X.

Según la Defensoría del Pueblo, esa noche 120 personas resultaron heridas: 32 civiles, 3 de ellos menores de edad, y 88 efectivos policiales. Solo falleció una persona.

Entre el shock de los testigos, el humo de las bombas lacrimógenas lanzadas por la Policía, los pirotécnicos arrojados por los manifestantes, la sangre de los heridos por perdigones, y sus gritos por ayuda; Trvko murió.

Mauricio llegó al hospital sin vida apenas unos minutos luego de haber recibido el disparo del suboficial Magallanes, y a los médicos solo les quedó confirmar su fallecimiento. No pudieron hacer más por él.

El chico de barrio, hijo de un padre militar -pero también breaker-, que dedicó parte de su vida a pintar las paredes con graffiti, se volvió uno con las calles que lo vieron crecer, desarrollar su arte y defender los valores de la cultura Hip-Hop.

Su voz, sin embargo, no se apagó. Aunque dejó de existir como artista, tomó una dimensión adicional. Sus letras se convirtieron desde ese momento en himnos para sus compañeros. Trvko se volvió un símbolo de resistencia, y su rostro pasó de verse en videos musicales y noticieros locales, para replicarse decenas de veces en toda la ciudad. 

El ‘efecto Trvko’

A las afueras del hospital Loayza, ya pasada la medianoche, miembros de la comunidad Hip-Hop lloraron la muerte de un hermano suyo. Desde ese momento, la lucha por la memoria de Trvko empezó. Agentes de la Policía acudieron en motos al lugar y bloquearon las vías de acceso al centro médico incluso cuando los amigos de Mauricio les exigían que se fueran, al menos por respeto y humanidad. Hubo gritos, insultos, y empujones acompañados del sonido de los motores de los policías, que rugían por momentos, como resistiéndose a ser parte del silencio fúnebre de la comunidad.

Los noticieros locales ya reportaban la muerte de uno de los manifestantes y la familia del rapero fallecido llegó al lugar en medio de la confusión. Favio ya estaba ahí. Le siguieron su padre y la pareja de Mauricio, Andrea.

Incluso representantes de colectivos juveniles, integrantes de la ‘Generación Z’ del Perú, se acercaron a expresar sus condolencias por la muerte del rapero pese a que quizás no habían escuchado nunca hablar de él. Un hombre había muerto por marchar a su lado, y eso era suficiente. Mauricio ya era uno de ellos.

En medio de la desesperación, Luis Rojas tomó el mando, y en pocos minutos ya se había instalado como la voz que conectaba lo que estaba pasando al interior del hospital con las personas que esperaban noticias sobre Trvko. Sin pensarlo, fue él quien asumió la carga de ser el primero en denunciar el abuso policial.

En la multitud se formaron grupos: los manifestantes, quienes vieron de primera mano la muerte de Mauricio, estaban más cerca a la puerta 12 del hospital. Algunos estaban sentados, otros de pie. Intercambiaron sus versiones de los hechos y se referían a él como “el compañero” o simplemente “Trvko”. Pocos sabían su nombre, pero la presencia de la comunidad del Hip-Hop organizado ya les daba indicios sobre quién era.

Créditos: Renato Silva

En la acera se encendieron 50 velas y llegaron más personas que pusieron sobre una silla una camiseta blanca ensangrentada -quizás de alguno de los manifestantes o del propio Trvko- junto a una bandera del Perú que en lugar del rojo que representa la sangre de los mártires de la independencia, tenía en sus extremos el negro en señal de luto y la inscripción “No queremos morir”. La famosa bandera de ‘One Piece’, el símbolo de la Generación Z, también se hizo presente. Un parlante reproducía una y otra vez la canción ‘Un ángel llora’, de Anette Moreno.

Otros artistas urbanos, quizás amigos del barrio en San Martín de Porres, estaban más lejos. Cruzando la calle. Estaban juntos. Herméticos. Varios tomaban licor, como intentando adormecer el dolor que azotaba sus cuerpos magullados por la violencia policial. Otros fumaban y en cada exhalación ahogaban gritos de justicia. 

“Las estrellas miran. La luna la abraza… y un ángel llora”

Diego Venero, también rapero y amigo cercano de Mauricio, bautiza este momento como “el efecto Tvko”: el reconocimiento de la persona por encima de quien fue él como artista en la escena de la música urbana en el Perú.

Cortesía SNAP.

“El Hip-Hop conoce a la persona de Mauricio Ruíz Sanz. Separemos ello, porque si hablamos de un artista o la música que deja, creo que mi amigo no ha tenido una explosión musical como la han tenido los recientes grupos que han empezado a salir. Lo curioso del ‘Efecto Trvko’ es que es conocido por su música, pero más por la calidad de persona que es, y por el apoyo que ha brindado a muchas personas  en desarrollar las diferentes ramas de esta cultura (…)”, dijo.

Mauricio no solo era rapero. También era un miembro activo de su comunidad en San Martín de Porres. Él y su colectivo ‘Amachaq Pacha’ – Defensores de la Tierra, organizaban jornadas culturales en su distrito en coordinación con la municipalidad en favor de niños y jóvenes. 

Cortesía SNAP.

“Buscábamos presupuestos, mandábamos cartas, permisos (…) Mi hermano tenía la voz. La gente lo escuchaba mucho y la gente lo seguía y les daba ese valor para seguir haciendo jornadas para los niños, para los jóvenes, porque sabemos que el futuro se está perdiendo (…) Mi hermano tenía otra visión del mundo y lo ha mostrado en sus letras (…) Mi familia está totalmente sorprendida de que su hijo, o su nieto, o su sobrino, era una persona con mucho talento y muy querido”, comentó Favio.

El caso de Mauricio movilizó a toda la comunidad del Hip-Hop, quienes se organizaron para mostrar su respeto por medio del arte. Al día siguiente de su muerte, artistas urbanos, amigos, y manifestantes, volvieron a reunirse en la Plaza Francia para expresar su apoyo a Trvko y a su familia en una vigilia que incluyó a su música y a varios de sus compañeros exigiendo justicia.

Uno de ellos tomó la palabra. Todos escucharon. “Yo me niego a creer que para que haya el cambio que queremos, tiene que morir, tiene que haber ‘Intis’, tiene que haber ‘Bryans’, tienen que haber ‘Trvkos’. No tiene que pasar así (…). Es muy fácil  hablar cuando tienes todo, cuando te regalan todo (…) es muy fácil hablar cuando el dolor no te toca (…) En nombre del Hip-Hop, y para los familiares de Trvko que merecen mucho respeto: han perdido un hijo, pero han ganado un pincho (muchos) hijos porque toda la comunidad del Hip-Hop está con ustedes”. Esa noche los familiares de Mauricio no fueron a la Plaza Francia porque estaban concentrados en velar su cuerpo.

Los homenajes a Trvko se mantuvieron en los siguientes días, y el colectivo del Hip-Hop organizado decidió que la mejor forma de honrar a unos de sus compañeros era practicando su arte. Fue así como en una noche, el mural de Dragon Ball más grande del mundo, ubicado en medio de la Vía Expresa (Lima), fue borrado y en su lugar se pintó uno nuevo con la imagen de Mauricio junto a la inscripción “Trvko Presente”.

Integrantes del colectivo AwqaPuma, quienes pintaron el mural, publicaron las primeras fotos de su obra y, como intuyendo lo que podría suceder, reafirmaron que la memoria de Trvko no podría ser censurada.

Si el mural fuera intervenido o borrado, será pintado nuevamente, una y otra vez. Exigimos respeto al duelo de la comunidad Hip Hopera. Porque el Hip Hop es pueblo y el pueblo no se arrodilla, no se rinde y no tiene miedo”, indicaron. No estaban equivocados.

Créditos: Renato Silva.

La lucha por la memoria: Se llamaba Trvko

El reconocimiento de la comunidad del Hip-Hop no ha pasado desapercibido para la familia Ruiz Sanz. SNAP indicó que todos siguen muy afectados por la muerte de Mauricio y, aunque las expresiones de cariño les da fuerzas, sigue siendo duro un mes después.

“Se agradece todo el apoyo que nos están dando. El apoyo moral. El apoyo de seguir haciendo escuchar su nombre, su música, pero es doloroso para la familia tener un talento oculto en casa, un diamante escondido (…) tener a tu hijo muerto para que recién lo reconozcan es doloroso”.

El primer mes de la muerte de Mauricio ha sido especialmente duro para la familia porque además de que necesitan procesar la pérdida de uno de sus miembros, la memoria de Trvko ha sido atacada desde altas esferas del poder. El caso más claro es que desde la presidencia del Congreso, el parlamentario de Fuerza Popular, Fernando Rospigliosi, pronunció el a.k.a del rapero como “Terruco” (terrorista) en lugar de “Trvko”, como es en realidad.

“Estamos acá nosotros para defender su honor, porque se está hablando muy mal de él cuando él ya no se puede defender”, afirma SNAP.

Vía La República.

Aunque el padre de Mauricio es un militar en retiro que incluso tuvo la oportunidad de luchar contra grupos terroristas en el pasado, ha iniciado un proceso legal para limpiar el nombre de su hijo muerto. Pero el daño ya está hecho. Grupos de ultraderecha y partidos conservadores han visto en Trvko la imagen de un enemigo más al que se debe eliminar. El gran mural en su memoria fue vandalizado poco tiempo después de ser pintado, y a una semana de su muerte, un municipio local ordenó que fuera borrado. Hasta ahora ningún representante explicó por qué se tomó esta decisión.

Pero la pintura es solo eso, solo un medio para un fin. El gran mural de Trvko fue borrado, pero dio lugar a muchos más que se pintaron en toda la ciudad y en muchas otras del Perú e incluso en el extranjero. En menos de un mes, el nombre de Eduardo Mauricio Ruiz Sanz, Trvko, ya era conocido en las calles de París y también en Barcelona. 

Cortesía SNAP.

A un mes de su asesinato, se podría decir que Mauricio aún no logra descansar. El agente que le disparó fue llamado “héroe” por los altos mandos de la PNP, las investigaciones siguen su curso y no parece que el proceso judicial vaya a concluir pronto. 

Mientras tanto, la voz de la ‘Generación Z’ volvió a recordar a Trvko durante las manifestaciones de ayer, 14 de noviembre, convocadas por el mismo motivo que llevó a Mauricio y a Favio a salir a las calles por última vez, porque “cuando un luchador social muere, nunca muere”.

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