YO DIGO: DESDE LA FE HASTA AL CAMPEONATO
YO DIGO: ¿MERECE DOZER EL CAMPEONATO ARGENTINO?
Bendito, iluminado, bajo efectos de un placebo… Aún no sé como clasificar al Dozer de la nacional. Tuvo momentos memorables en todas y cada una de sus batallas y, además, ninguno de sus oponentes pudo plantarle cara de verdad. No soy fan suyo, como sí podría serlo de muchos otros MCs argentinos, y aún así, consiguió sorprenderme y ganarse mi aplauso aquella noche. Que merece el campeonato es cosa de poca duda. La pregunta es, ¿qué diablos hizo este para pasar de ser una proyección de caer en semifinales a alcanzar su completo dominio?
Por: @PabloCalMuriana
“Rapero de Dios: derriba mitos, no insulta y es el mejor del país”. Así retrata a Dozer, el último MC en ascender al Olimpo del freestyle argentino, un tweet publicado hace escasos días por un diario de su país. Siendo franco, he de aclarar que siempre me gusta comenzar con una descripción o introducción nacida de mi puño y letra, aunque en este caso no he podido definir al joven con más exactitud y precisión que esa. Qué mejor, entonces, que aceptar mi derrota y recurrir a las comillas como bandera blanca.
Como viene siendo costumbre (y cada vez menos extraña viendo como el monstruo del freestyle se expande por las redes como un virus incontrolable), estos días se comenta y opina mucho sobre su figura. Hay quienes dicen que no mereció su puesto y algunos que hablan de que ni siquiera debió clasificarse. Otros mantienen un papel más reflexivo, mientras que hay muchos usuarios que se decantan por defender al de Buenos Aires a capa y espada. Me he acostumbrado a no dar la razón ni a unos ni a otros, sobre todo desde que escribo artículos, pero esto me ha llevado a, cada vez más, ser víctima de ciertos ataques de sinceridad que difícilmente se pueden contener; y precisamente, sobre este rapero de Dios tengo algunas cosas que decir.
Contra todo pronóstico. Dozer representará a Argentina en la nacional junto a Wos (actual subcampeón mundial)
Antes de las blasfemias y las bendiciones que le puedan caer por mi parte, hay ciertos puntos en los que quiero profundizar antes de confesarme. Al cristiano se le ha visto en muchas competiciones de renombre a estas alturas de la historia, por lo que poco se puede dudar de sus tablas. Desde el legendario Kingto (que en paz descanse) hasta contar con más de una aparición sobre los escenarios de Red Bull, organización que ya le vio el año anterior quedarse en el cuarto puesto, Dozer ha pasado por muchas batallas para llegar hasta aquí. A mi, por lo personal, no me sirve el “ya tuvo muchas oportunidades” ni más discursos similares, pues en una nacional con tantas caras nuevas que, aun con sobrado talento, se han servido básicamente de tener un buen día y saber aprovecharlo, que resulte ganador alguien ya veterano siempre es de agradecer.
Dozer frente a Sony, en 2016
No obstante, no sería justo por mi parte utilizar esto como único criterio para alegar que sí, efectivamente, se merecía el campeonato. Me explico. Debemos remontarnos a unos meses atrás, a cuando Dozer se agarraba con uñas y dientes al clavo ardiendo que era el tercer puesto de la primera regional argentina, en la capital. Venía de vencer a una de las peores versiones de Mamba que recuerdo y a una de las menos entretenidas que Lujo nos podía dar. Poco pudo hacer ante un notable Danyeluss que acabo dando la nota aquella tarde, mucho más estable que el chico, por lo que tuvo que aprovecharse de un Beelze que tampoco pudo andar a pleno rendimiento. Él no estuvo mal ese día… digamos que ninguno de los oponentes que le debían impedir la victoria estuvo bien. Hay que ser muy radical para hablar de puestos inmerecidos en el caso del bronce de la cita, aunque no es difícil plantearse cualquier otro ranking a bote pronto, ciertamente.
¿A qué viene esto? Pues bien, si justo antes criticaba la suerte de algunos rookies, sería hipócrita por mi parte no mencionar estos pésimos días que alguno de sus oponentes tuvo. Además, para ser justos, Dozer también tuvo uno espléndido, y qué suerte para él que este coincidiera con el de su cita con el resto de aspirantes a la internacional. Todo un mérito. Incluso a mi, que nunca me ha parecido santo de mi devoción, consiguió que me agitara en el sofá, analizando su actuación vía streaming.
Otro fenómeno que se añade a esto último, además, es que literalmente le sobraba destacar tanto aquel día. En sus cruces, no teníamos ni a Papo, quien caía en primera ronda para sorpresa de todos (como suele pasar), ni a Nacho, la permanente promesa, ni siquiera a Klan. Ni rastro de consagrados favoritos ni temibles aspirantes. Todos los que formaban parte del cuadrante del campeón no eran otros que debutantes frente a los cuernos del toro: Alkoy, Nova, Sub y Stuart, parte de esa nueva camada que se había adueñado de las regionales argentinas.
Dozer empuña el micrófono con esfuerzo y constancia
Para nada voy a desdeñar sus capacidades, pues de todos ellos disfruté, e incluso hubiera preferido su pase en algunos momentos. El problema de los debutantes sobre un escenario que tan grande se hace a la simple vista como lo es el Luna Park, y más cuando este se viste de rojo, es que suelen cumplir con todo lo malo que se puede esperar de ellos: nervios, malentendidos con los beats, intimidación por parte del público… y, como no, aunque en otras rondas nada de esto se les pudo notar, contra Dozer tuvieron todos los síntomas de la inexperiencia.
Recapitulando entonces, el protagonista de nuestra historia no es otro que un gallo que, como iluminado por el mismísimo cielo, consigue llegar a un evento nacional después de que a todos sus enemigos les llegara la tormenta, y sin que se espere nada de él, consigue desplegar de par en par sus alas con un talento desmedido ante las nuevas amenazas, venidas estas a menos y ensombrecidas por la enorme energía que desde la tierra mundana le llegaba en forma de vítores y aplausos a su adalid. ¿Se puede decir, entonces, que el caballero al que se le encomendó tamaña gesta no merecía la conquista? Sería injusto… pero digamos que este ángel no ha tenido que volar mucho.
El campeón frente a la sorpresa del día
Ya lo adelanté, y es que nunca he disfrutado especialmente de las batallas del creyente. Me parece que abusa de relleno del que no tiene mucho sentido al elaborar sus tan utilizadas estructuras, y que además no suele acompañar a estas la más carismática de las actitudes. Obviamente, no solo la suerte le ha hecho ganar este merecido título. Veo que no tiene problemas para adaptarse bien a cualquier base, y que siempre trata de responder, lo cual es difícil dado su curioso dogma de no insultar; y que se ve (aunque en Argentina no se vea tanta libreta como en España) que lo que suelta por su boca es freestyle puro y al momento. Al César lo que es del César.
Sin embargo, y es algo de lo que me percaté recientemente, repasando sus batallas del presente año, con lo que cuenta Dozer es con un don que no muchos tienen. Llamémoslo premonición para seguir hablando en clave religiosa. Quiero decir, el que en todos lados donde se presente lleve a cuestas la bandera de cristiano, le aporta una ventaja que no es fácil de ver para el poco experimentado.
Expliquémoslo de esta forma: cuando un chico con sobrepeso, por poner un ejemplo, empieza a improvisar, en este mundo lleno de gente cruel y con poco ingenio que es el de las batallas de gallos, lo único que va a recibir son rimas facilonas con su condición física en el punto de mira. Entonces, una vez consiga progresar en su freestyle y ser partícipe de más y más enfrentamientos, ocurrirán dos cosas. Una: que quedará agotado por tanta falta de recurso y abandonará el intento de ser el mejor gallo de su parque; o dos: que acabará memorizando, anticipando y aprendiéndose los punchs más comunes y ataques más sencillos resultando, cada vez, en respuestas más elaboradas y efectivas. Evidentemente, Dozer mantiene una forma física bastante normativa, pero extrapolando este caso al suyo, ¿no le parece a nadie curioso que en todas sus batallas salga el tema de sus creencias y que, además, de este nazcan sus mejores respuestas?
No voy a juzgar si es o no voluntario o limpio. Es un recurso más que todos, como MCs, acabamos adquiriendo, volviéndonos progresivamente conscientes de nuestras desventajas y utilizándolas como virtudes. Quizá, que Dozer se presente a una nacional como la de 2016 con una enorme cruz católica en su ropa y que en muchas ocasiones termine por sacar a relucir el tema él mismo para aprovechar la ventaja, habla mucho de la astucia que posee a la hora de plantearse una estrategia. Sobra decir que para que esto sirva de algo deben ir acompañadas de un gran talento, algo de lo que Dozer también presume. A sabiendas de ello o no, con lo que cuenta es con un valioso regalo divino que es el de las etiquetas, siempre presentes y útiles cuando no están en tu contra.
A fin de cuentas, pienso que realmente muy pocos están realmente en contra del nuevo campeón. Los hay, claramente, pero los que parten el pan en dos mitades para esta ocasión son los que aman su freestyle casto y pulcro y los que no pueden odiarlo, aunque de igual forma hubieran disfrutado mucho más viendo las lágrimas de orgullo de otro gallo mojar las tablas del Luna Park. Tuvo suerte. Mucha además. De principio a fin. No lo puede negar nadie. Pero, al igual que con ese recurso que comentaba antes y que de más de un apuro le ha conseguido salvar, la suerte hay que saber aprovecharla y tener la habilidad suficiente como para que se convierta en herramienta. Protegido por Dios o no, sea este real o parte de su espíritu, al que tenemos como rostro visible de su país es a él y no a otro, así que todos deberíamos darle la enhorabuena.
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