8M, NOSOTRAS NO CALLAMOS
Somos malas, malísimas. No sé por qué seguimos intentándolo, haciendo lo que nos viene en gana, lo que nos gusta y sabemos hacer bien.
Por: Sara Socas
No entiendo cómo podemos subirnos a un escenario de Red Bull si no es para limpiarlo, o más bien, por qué lavar nuestra imagen resulta tan difícil, complejo, agotador. No como nuestros punchlines, predecibles, o las métricas que jamás sabremos dominar. O eso dicen algunos, los mismos que no comprenden que no debería ser normal que hasta la 10ª edición de Red Bull, el número de mujeres no alcance la decena, o que entre los 108 participantes de una clasificatoria de BDM, solo haya una chica. Como me ocurrió a mí, en la segunda batalla de mi vida.
¿Cómo podía ser que en Madrid, la capital, la anfitriona de cientos de eventos urbanos al año, no hubiera otras freestylers? Pero me equivocaba, sí que estaban. Entre el público, gritando, animando, disfrutando de las batallas. Eran muchas, pero no se atrevían a entrar, o ni siquiera se lo habían planteado, acostumbradas a una realidad donde nunca tuvieron cabida, ni referente alguno.
En Latinoamérica quizá nos lleven ventaja, gracias a Rouse, Tink, Brasita, Mestiza, a Bengalí y, cómo no, a La Joaqui. MC’s de Argentina y Venezuela en su mayoría, que hace unos años decidieron aparecer en el mapa, con una actitud que rugía más que su flow. Que no se dejaban achantar, que batallaron entre ellas, con ellas, contra ellos, desde las salas, El Quinto Escalón y hasta Red Bull. Pero, ¿qué fue de ellas?, ¿por qué tan intermitentes? Mientras que la mayoría de raperos desarrollan una carrera constante, participando en todos los eventos posibles, ellas, nosotras, funcionamos como un atractivo temporal. Una novedad, un posible nuevo talento que no llega a explotarse y que se encuentra desvirtuado, parte de un ambiente que no llega a representarle. Pero, como dice siempre mi compañera Erika2Santos, el truco está en darle la vuelta.
Erika se ganó un puesto en La Última Oportunidad en la pasada Red Bull gracias a su actuación en Málaga.
Quienes pequen de machismo dentro de las batallas, se dejarán en evidencia a ellos mismos, por su falta de empatía, de comprensión, de información. Por creer que el mero hecho de ser mujer puede funcionar como un recurso para la victoria, como un “defecto” con el que ridiculizar. Pero 2018 empieza como el año de Las Chicas del Free, con más de 7.000 seguidores en Instagram y el apoyo no solo de raperos de la FMS o de la propia Red Bull, sino de mujeres que han escuchado la voz que ellas mismas no se atrevían a alzar.
Ahora envían sus improvisaciones, sus temas propios, sus opiniones. Y comunican sus ganas de lanzar este año la prueba para Red Bull o, simplemente, dar la cara en su círculo más cercano. Como hizo Fem Battle, organización con sede en Madrid, que desde hace medio año trata de reunir a todas las mujeres freestylers para que entrenen, que participen, y que se muestren sin miedo. Marchena, Zeka, Channel, Nataly (con tan solo 13 años) o Akalexi y Sonia, de las más reconocidas en el panorama capitalino, son algunas de ellas, junto a la caboverdiana Erika2Santos, a la espera de que sean muchas más en un futuro. O, más bien, de que no sean necesarias este tipo de iniciativas para dar el primer paso.
En la primera huelga feminista de la historia de España, muchas redactoras no escribimos para el periódico. Pero el 8M no ha sido solo para las mujeres de los medios, de las empresas, de los servicios públicos. Es de todas, y todas trabajaremos para alcanzar nuestros objetivos, agradeciendo todo apoyo recibido, y luchando porque el reconocimiento se convierta en imperativo.
No es falta de talento, es estadística, falta de visibilidad. No es cuestión de género, es cuestión de libertad.